SEGUIR VIVO
Entre los miles de conciertos que he visto en toda mi vida puede que haya habido tres o cuatro, sobre todo, que hayan supuesto un impacto en mí, tan grande, hasta el punto de haber cambiado de verdad mi modo de concebir la música y por tanto, podría decir, mi devenir vital.
Uno de esos conciertos, si no el más, fue la primera vez que vi a The Psychedelic Furs en 1986 en el palacio de deportes de Anoeta en San Sebastián, aún no en el velódromo, que eso fue un año después. Venían presentando su disco “Mirror Moves”, álbum adorado por mí desde que cayó en mis manos nada más ser editado un año antes. Ese disco está en mi altar de las grandes obras maestras escuchadas en mi vida, aunque los anteriores ya me habían impresionado mucho, recuerdo hasta llevar una camiseta suya años antes, coincidiendo con los principios de Distrito 14 en 1982 y 1983.
Verles entonces por primera vez en directo fue un reconocimiento de una voz, la de Richard Butler, que a medida que iba desgranando canción tras canción en el escenario era como si me fuera explicando: Mira Mariano, es por este camino por donde encontrarás tu propia voz, la que llevas dentro y te va a costar un trabajo de toda una vida poder desarrollar, mira chico, lo que has hecho hasta ahora, como bien sabes, es un camino equivocado. Cada momento de aquel concierto fue una revelación para mí, que seguí sin dudar desde el día siguiente de regreso en Zaragoza, que por cierto coincidió con la muerte de uno de mis escritores también más adorados, Jorge Luis Borges. Recuerdo aquellos días como los de una lucidez desmedida que me ayudaron a trabajar duro en ese camino, que hasta el día de hoy no he abandonado.
Desde aquel primer concierto en 1986 he ido a renovar mis votos cada vez que The Psychedelic Furs han tocado en España. Les he visto en todas las ocasiones en que han venido. La última este viernes pasado en Madrid, a la que corresponde esta foto que les hizo mi mujer, Susana.
Hubo un tiempo en que estuvieron fuera de circulación, se separaron en 1992. Recuerdo estar siempre al tanto, por si al menos su cantante Richard Butler hacía alguna cosa en solitario. Me enteré de un par de discos con una nueva formación denominada Love Spit Love que encontré en las tiendas de Nueva York. Hasta que poco después, en el año 2000, llegó la noticia de que se reunían de nuevo para seguir tocando en directo.
Y a partir de ahí, de vez en cuando, han venido a tocar a España y me he dejado envolver en sus canciones que adoro, adoro ese sonido, esas armonías, arreglos, melodías, adoro toda su obra, incluido un nuevo álbum de estudio de hace cuatro años, adoro esa voz.
Desde su regreso en el año 2000, no he podido evitar lágrimas de emoción cada vez que les he visto. Y este viernes, como siempre, así fue, y fue la confirmación una vez más de la fortuna por haber coincidido con ellos en tiempo y vida; de haber coincidido con esa voz que me hizo abandonar en su día, definitivamente, querencias vocales que había adquirido mientras había tratado de desarrollar mi camino como cantante como buenamente había podido. Al poco de aquel concierto comencé a estudiar canto, no para convertirme en un intérprete de ópera, algo que no deseaba y además era imposible con mis limitadas capacidades vocales, sino simplemente para poder corregir vicios vocales y así quedarme con un camino libre en mi garganta y en mis cuerdas vocales para transitar hasta dar con esa voz que sentía adentro de mí, pero no podía sacar a la luz.
Cada vez que he visto a The Psychedelic Furs sobre un escenario, desde aquella primera vez en 1986 hasta este viernes pasado, en el fondo, la lección de Richard Butler ha sido siempre la misma: “Puedes conseguir cantar con tu propia voz, tan solo tienes que seguir vivo todo el tiempo posible.”
Comments