NO ES FÁCIL
- Mariano Casanova

- hace 58 minutos
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Son las cuatro catorce de la madrugada. Regreso de Madrid a Zaragoza en autobús, unas horas después de enterarme que un amigo muy querido ha muerto, ya no le voy a ver más, ya no me llamará como hizo hace tan solo una semana, para recordarme que le tengo que enviar tal o cual cosa para un concierto mío que está organizando, y yo sé que lo está organizando de puro corazón, por ninguna otra razón.
El otro día, tras el concierto que hice en Zaragoza el día del Pilar, en el que estuve acompañado de mi nueva banda, él se acercó a mí con una felicidad en su rostro que nunca podré olvidar, diciéndome cuánto le había gustado. Y para mí esa fue una de las mejores cosas que me ocurrieron. Porque mi querido -nuestro querido- Eduardo, ha estado junto a mí en muchos momentos cruciales en mi vida y en una buena parte la trayectoria del que fue mi grupo Distrito 14. Él era, él es Eduardo Balsa, mi querido Eduardo, y -reitero- nuestro querido Eduardo, porque es alguien que dedicó buena parte de su vida para hacer mejor la vida de los demás, de tantos, para ayudar, para querer. Otros contarán sobre su permanente dedicación a causas solidarias mucho mejor que yo. Solo decir que así es como le conocí, dedicándose a ayudar a la gente en Santiago de Cuba en 1996. Nosotros aparecimos allá por suerte, porque fue una suerte de la vida, y un día que íbamos en una guagua camino de un concierto ahí estaba él. Aún no sé cómo se unió a esa aventura nuestra. Se me olvidó preguntarle. Solo recuerdo decirle aquella tarde bajo el sol tropical de aquel mes de junio: No jodas que eres de Zaragoza. Y ahí empezó todo.
Y fue quien vivió con nosotros -cuando Distrito 14 éramos Enrique Mavilla, Juan Millán y yo- durante todo un invierno encerrados en el Monasterio de Veruela; y es quien estuvo en la organización del concierto que hicimos ahí en la iglesia del monasterio en 2004, que acabó siendo un disco en directo, un video del concierto y un documental que realicé contando cómo se hizo todo, cómo todo fue posible espiritual y técnicamente y ahí sale él. Y ahora mismo estoy escuchando su voz mientras los kilómetros pasan bajo la niebla, con su tono inconfundible. Es una voz que no se me va a olvidar nunca. Es una fortuna tan grande haber coincidido en el tiempo con él.
Y estuvo también en la organización del concierto de despedida de Distrito 14, que eso fue descomunal, aquel concierto y a la vez filmación del director Juanma Bajo Ulloa. Y en tantas otras cosas. Y ahora, con mi regreso a los escenarios, él estaba feliz.
Podría contar y contar, y es que me doy cuenta que no me parece que haya muerto, y es que son tantas cosas compartidas, tantas conversaciones, y no se me ocurre otra cosa mejor que decirle que seguiré sobre un escenario hasta el final, hasta que llegue el día de volver a encontrarnos. Nunca, jamás, voy a olvidar a mi querido Eduardo, a nuestro querido Eduardo.
Mi abrazo y el de mi familia, con todo el amor del mundo a Gabi, su esposa y a sus dos hijos, no puedo imaginar ni de lejos su dolor, se me hace muy grande. Y mi abrazo a toda su gran familia en la música, esa que él ha sabido crear, a tantos que ayudó a salir adelante, en fin, muchos de ellos a los que él ayudó a venir desde Cuba, y que gracias a él construyeron una nueva vida mucho mejor. Gracias a él Ringo, nuestro querido Ringo, batería y percusionista al que conocimos en Santiago de Cuba y al que consideramos desde entonces parte del grupo, llegó a Zaragoza, formando parte del querido grupo Karamba; gracias a Eduardo también llegaron mis queridos Vocal Tempo. Y la lista con la que estuvo colaborando además es larga, Fulanito de Tal, Tinglao, Perrozompopo, Jorge “McFly” Martínez y seguro que alguno se me olvida. Y sé que el dolor que todos ellos y tantos amigos más sienten en este momento es muy grande, mucho.
Cómo agradecer haber formado parte de esa gran familia que Eduardo ha creado. Mañana por la mañana (luego) estaré trabajando en un estudio de grabación un par de canciones nuevas junto a Enrique Mavilla, y no sé cómo vamos a hacer, porque tenemos el corazón roto, y aún no he podido hablar con Juan Millán ¡Juanito! Mañana -en este mañana que ya es hoy y que no me puedo creer- nos veremos, ahora no son horas de llamarte.
Podría decir tantos nombres y nombres de esa gran familia en torno a ti mi querido Eduardo, como tu fiel compañero en La Tapisca Producciones Rafa Antorrena, como el fotógrafo Jesús Antoñanzas, en fin, tantos y tantos que en este momento seguro que no pueden creer que te has marchado, así, tan pronto. Joder qué pena Eduardo, en estos momentos estoy pasando por el desvío a Nuévalos, esa tierra que tanto quisiste y solo se me ocurre decirte que te quiero amigo, mucho. Gracias querido Eduardo, gracias, hace un rato he estado hablando de ti con mi hijo, qué bien que te conociera el otro día tras el concierto, si supieras las cosas que me ha dicho al contarle yo que te has muerto, solo decirte que solo me han dado ganas de tocar y tocar y tocar. Y qué dolor el de Susana mi mujer ¡Ay Eduardo!
Sabes que estás y estarás siempre en mis canciones. En cada escenario que pise ahí estarás tú también, desde ahí seguiré viendo, seguro, aunque sea un momento, aunque pasen muchos años, tu inolvidable sonrisa. Gracias por creer en mí, gracias por tu ayuda, por tu ilusión, gracias por ser como tú siempre has sido y siempre serás, porque ser así, como dicen en Santiago de Cuba, no es fácil.






























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