top of page

NUEVA NORMALIDAD ¡OJALÁ!


Componiendo en el coche

¿Por qué no suspender durante un año las clases tal y como las conocemos? ¿Qué problema hay en que los chicos terminen sus estudios un año más tarde? ¿Eso supone una desventaja o una generación perdida tal y como he leído proveniente de altas instituciones políticas y educativas? Yo creo que no. Muy al contrario ¿Y si este año pudiera aprovecharse para mejorar la formación de los profesores que son quienes más lo necesitan en estos momentos tan convulsos? No se me enfaden mis amigos profesores que son muchos, no estoy poniendo en duda sus conocimientos, su esfuerzo y su buen hacer a pesar de las dificultades, que son también muchas. Entiéndaseme bien ¿Por qué no aprovechar y pararlo todo para hacer una revisión completa de nuestra educación, donde pudieran aportar su saber personas que vienen clamando por estas mejoras tan necesarias desde hace muchos años? Un ejemplo en nuestro país es el profesor José Antonio Marina, o mi paisano el profesor César Bona y tantos otros brillantes entendidos en la materia que habrá y que yo no conozco, seguro. ¿Por qué no hacer de este año un año para que los profesores mejoren y se actualicen en todo lo posible y que sea reconvertido el acceso para ser maestro o profesor y sea exigida la mayor excelencia posible para aquellos que quieran dedicarse a partir de ahora a la enseñanza? ¿Es que no merecen eso nuestros niños y jóvenes? Y que por supuesto a la vuelta de un año pueda comenzarse de nuevo incluyendo unos sueldos muchísimo mejores tal como merecen maestros y profesores ¿Por qué no aprovechar para poner la educación en el lugar que merece como principal objetivo de la política de un país? ¿Qué profesor con verdadera vocación no estaría dispuesto a detener su docencia durante un año para su propia mejora y para hacer lo necesario para el bien de la educación, para conseguir de una vez por todas la mejor educación posible en nuestro país? Y mientras, durante este año ¿Por qué no convertir los colegios e institutos en un lugar de encuentro con medidas estrictas de seguridad ante la pandemia para que los chicos socialicen (algo que sí que es fundamental) y para que estos centros educativos sirvan como semillero de ideas, como foco propagador del arte y cultura dirigido por nuestros mismos profesores liberados de programas y metas que cumplir y exámenes caducos? Incluso podrían practicarse los idiomas elegidos como asignatura, pero aplicados como modo de comunicación, de conversación, en este contexto artístico ¿Por qué no practicar inglés con canciones de los Beatles? ¿O francés con George Brassens? ¿Por qué no leer en las aulas a Fray Luis de León, Machado, Serrat o los hermanos Labordeta y conversar sobre ellos? Seguro que alguien está pensando ahora ¿Y por qué no leer o escuchar también a tal y a tal otro, a tal otra? Pues claro, claro que sí, pero a Rosalía no por favor, aunque esta sería una petición muy personal. ¿Por qué no convertir los centros educativos durante un año en un lugar de acercamiento a todas las artes, como lugares donde se aconseje a los chicos sobre autores clásicos y contemporáneos de la mejor musica, del mejor teatro, cine, pintura, literatura etc etc? ¿No nos convertiría eso en un país muchísimo más culto y educado a cortísimo y a largo plazo? ¿No sería esa una semilla realmente buena para la educación de nuestros jóvenes? ¿Por qué no convertir la tarea de los deberes en recomendación de escuchar, leer, disfrutar el arte? ¿No es el arte una de las mejores cosas que ha sido capaz de crear la humanidad a lo largo de los siglos? ¿Por qué no dedicar un año a esta tarea? ¿De verdad alguien piensa que si esto se hiciera ésta sería una generación perdida? Cuántos valores - tanto que se habla de la pérdida de valores - podrían transmitirse a través del conocimiento de la obra y la vida de tantos y tan grandes artistas y creadores, cuántos valores tan importantes como la responsabilidad con el propio trabajo, el amor por el trabajo bien hecho, la perseverancia, la dedicación, la lucha ante la adversidad, la integración del fracaso como parte consustancial del camino, como parte fundamental del aprendizaje. En fin, no quiero seguir con una lista de bondades que sería cuasi infinita. Me duele asistir a la culpabilización de nuestros jóvenes por su irresponsabilidad con la pandemia. Me duele cómo se les acusa de ir a fiestas y botellones. Y me duele ver a muchos de ellos desde hace años menear el culo bailando regaeeton ¿No es esto último una clara señal de que algo no va bien en esta sociedad que hemos construido? ¿No es la invasión del regaeeton una clara señal de una clara decadencia? Y otra cosa aún más importante respecto a la culpabilización de los jóvenes desde muy diversos ámbitos ¿No sería mejor comenzar por no beber alcohol jamás delante de los niños? ¿Ni hacer broma ni proselitismo sobre el alcohol jamás delante de ellos? ¿No sería mejor dejar de hacer que parezca algo normal y divertido emborracharse? ¿No sería mejor no beber alcohol en celebraciones de ningún tipo cuando ellos están presentes? Muchísimos niños en nuestro país están acostumbrados a ver cómo sus padres y familiares y los amigos de sus padres beben alcohol e incluso se emborrachan con cualquier excusa, incluso para celebrar su propio cumpleaños. Y así siempre, así se van convirtiendo poco a poco en esos jóvenes a los que tan alegremente echamos la culpa. Y además es opinión generalizada que todos los chicos llegados a una edad tienen que pasar por el alcohol y el botellón. Y se ve como algo normal. Y se ve como algo normal que para divertirse sea cual sea la circunstancia tenga que estar presente el alcohol ¿Y echamos la culpa a los jóvenes de qué? ¿No es el mayor problema que tenemos en nuestro país el de la educación? ¿No es ésta la realidad? Paremos esto y que una buena educación llegue al menos a los que aún tienen la oportunidad de adquirirla y disfrutarla. A quienes aún tienen la oportunidad de arreglar en lo posible este desastre. Paremos un poco y dejemos de celebrar tanto la cultura del vino para dar paso a otro tipo de celebraciones ante los niños. Y celebremos otro tipo de cultura, la de verdad, la del arte, la música, el cine, el teatro, la pintura, la belleza, el humanismo y la sensatez. Parémonos un poco y repensemos a donde queremos ir antes de iniciar de nuevo la marcha, ahora que tenemos la oportunidad. Aprovechemos la incertidumbre de estos momentos y el dolor de la pandemia para hacer algo bueno con todo ello; para hacer lo mejor que podemos hacer, que es dar una oportunidad de verdad a las nuevas generaciones. La excusa para hacerlo en este momento es perfecta. Hace muchos años que por primera vez escuché proveniente de un familiar mío bienintencionado la cita en latín “Primun vivere deinde philosophari”. Me lo dedicaba a mí debido a mi vocación indiscutible por la música, dispuesto siempre a dejar a un lado lo que fuera con tal de seguir mi propio camino. Ocurrió siendo yo un adolescente que justo había comenzado las clases en latín en el instituto, quedando muy claro para mí el sentido de la cita. Por cierto que lástima de educación la que pasa por alto el latín, o minusvalora cuando no elimina la filosofía, qué pena. Pues bien, a lo largo de los años de vez en cuando me ha vuelto a resonar aquella cita cuando he tenido que escuchar a padres haciendo referencia al futuro de sus hijos en este mismo sentido. Qué poco valor se da en este país a los sueños de los niños y los jóvenes ¿Sabéis? Desde la primera vez que escuché esto y cada vez que asisto a la falta de respeto y a la desfachatez que es no tener en cuenta por parte de unos padres lo que un chaval desea o no desea hacer con su vida y su futuro; cuando veo la facilidad con la que se destruyen en este país los sueños de los niños, siempre he pensado lo mismo ¿Primun vivere? ¡Y una mierda!

Entradas destacadas
Sígueme
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page