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Lou Reed


Hace un par de horas, al regresar a casa, me he enterado de la muerte de Lou Reed. Me ha impactado, me ha entristecido, como si de repente una parte importante de mi vida se hubiera ido con él.

He tomado una benzodiacepina de las que forman… parte de mi tratamiento desde hace un par de meses, pero también como homenaje a él, al maestro que ha sido y es para mi. Y me he lanzado a la calle a caminar, a recorrer la ciudad de punta a punta. Y ese largo paseo me ha llevado hasta el colegio y el instituto donde estudié. Fue entonces, entre una y otra etapa, en el verano del 78, cuando un buen amigo me grabó en una cinta de casette aquél disco que marcó mi vida “Coney Island Baby” por una cara y “Héroes” de David Bowie por la otra.

Ya antes conocía bien su obra y había escuchado otros discos de ambos. Pero fue aquella cinta la que me acompañó todas las noches antes de dormirme durante meses y meses, en la oscuridad de mi habitación sonando en los auriculares de mi primer walkman. Aquella cinta me hizo soñar con tantas y tantas cosas lejanas e inaccesibles para un chico del Barrio de La Jota en los años 70…

Aquella cinta me acompañó y me enseñó tanto de la vida, que hasta hoy su recuerdo me pone la piel de gallina, porque me dio fuerza, mucha fuerza, y me mostró un camino que seguir en la música, y muy especialmente aquél disco de Lou Reed. Aquella cinta forma parte imborrable de mi vida, de mi despertar al mundo y a la música.

Desde entonces han sido muchos los maestros que me han mostrado de uno u otro modo el camino, de todos ellos he tratado de aprender pero Lou Reed quedó impreso de un modo muy especial en mis sentimientos. En muchas cosas a lo largo del tiempo llegamos a coincidir, la mayor parte muy buenas, alguna no tanto. Pero de todo, de todo ello creo haber aprendido y por tanto mi agradecimiento a su persona es infinito.

La primera vez que fui a New York uno de mis principales objetivos era conocer Coney Island. Desde aquella primera vez siempre que he estado en New York, he sentido la necesidad de recorrer los muelles de aquél lugar, el paseo en la playa, el viejo parque de atracciones. En nuestras largas estancias con Distrito 14 en aquella ciudad que tanto amo Coney Island se convirtió en nuestro refugio, en nuestro descanso frente al mar al fondo de la gran urbe, bajo el sol del verano, en los prontos atardeceres del invierno y en las noches bajo las estrellas y los cientos de luces confundidas con éstas de los aviones a punto de aterrizar en los tres aeropuertos que rodean ese mágico lugar.

Quién me hubiera dicho a mí cuando escuchaba aquél disco maravilloso en mi cama a los 14 años que alguna vez iba a estar allí, en el lugar que daba título a aquél disco de mi adolescencia. Quién me iba a decir a mí que algún día iba a tener un grupo como Distrito 14 con el que iba a vivir tantas cosas y tan intensas en aquella ciudad. Quien me iba a decir a mí que en aquella ciudad algún día muchos años después me casaría; quién me iba a decir a mi que algún día llegaría a sentir aquella ciudad también mía y que iba a formar parte insustituible en mi vida… tantas cosas de las que de un modo u otro Lou Reed había sido al menos en parte quien me mostró el camino. Fui allí, a la ciudad de Lou Reed, para comprobar si merecía o no dedicarme a esta sagrada profesión y encontré lo que buscaba, la fuerza que llegado un punto en mi vida había perdido. La fuerza para seguir adelante hasta hoy y que espero nunca más me vuelva a abandonar.

Años después de aquellas noches solitarias escuchando aquella cinta de cassette – quién me lo iba a decir a mí – llegué a tener como guitarrista y productor al gran Ollie Halsall, quien había tocado con parte de aquella inolvidable Velvet Underground. Años después tuve la oportunidad de abrir dos conciertos de David Bowie y sorprendido le vi llegar hasta nuestro camerino vestido con un albornoz blanco y en zapatillas para darnos la enhorabuena por nuestra actuación, quién me lo iba a decir a mí. Quién me lo iba a decir. Aunque yo ya entonces, a mis 14 años, supe escuchando aquellos dos discos que la magia existía y que sin duda en el lugar donde podría encontrarla era en la música, como así ha sido y afirmo ahora a mis 49 años tras haber recorrido junto a ella toda mi vida.

En la grabación de todos los discos de Distrito 14 ha aparecido el recuerdo de Lou Reed y de aquél disco Coney Island Baby, en todos de un modo u otro le hemos hecho un homenaje encubierto y cómo no, también en este disco en solitario que por fin y tras una dura etapa en mi vida por fin estoy grabando.

Hace un momento, al regresar de mi paseo solitario, después de cruzarme con tantas personas en las calles camino a sus casas o a donde fuera, absortas en sus pensamientos unas, conversando otras, he llegado a un cruce de avenidas y de repente he sentido la necesidad de gritar ¡¡¡Lou Reed ha muerto!!! ¡¡¡Lou Reed ha muerto!!! Pero no lo he hecho, y en vez de eso he imaginado, he visto, que en el cielo negro se iluminaba un gran cartel hecho con brillantes luces en forma de estrellas donde se podía leer esta frase ¡¡¡LOU REED HA MUERTO!!!!. Y he recordado el día de la muerte del gran Michael Jackson. Sucedió mientras estaba alojado con mi mujer y mi hijo en un pequeño apartamento del barrio de Montmartre. Habíamos ido a París para presentar la película “Historia de un grupo de rock”. La muerte de Michael Jackson causó una gran conmoción allí, como imagino que sucedería en todo el mundo. Y aquella noche en Montmartre desde todos los bares y desde montones de ventanas escapaba la música del gran artista fallecido hacía unas horas, creando un clima y un sentimiento general que jamás podré olvidar.

Hoy, en mitad del cruce de avenidas he imaginado, he visto, que lo mismo sucedía en este momento aquí en Zaragoza, en mi querida ciudad. Y que todas las ventanas se abrían de par en par y que desde ellas llegaban fuerte los acordes y la voz del gran Lou Reed, de mi gran Lou Reed. Y la emoción y las lágrimas han aparecido, y sin poder contenerlas he regresado a casa.

Mañana a las 9 de la mañana estaré de nuevo en el estudio de grabación continuando con la grabación de mi primer disco en solitario y sin duda Lou Reed seguirá estando conmigo, seguirá haciéndome soñar, seguirá dándome fuerza y seguirá haciéndome sentir un afortunado por dedicarme a esta profesión tan maravillosa. Algo a lo que él sin duda contribuyó mostrándome un camino que jamás podré olvidar.

Gracias por existir querido Lou Reed

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