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Despedida de Distrito 14


Alegría y tristeza

Hoy anunciamos el fin de distritocatorce y no sé si lo que siento es tristeza o alegría. Estoy ahora aparcado frente al Barrio de La Jota, donde todo comenzó. Estoy sintiendo, dejándome llevar por los recuerdos, tantísimos recuerdos y sí, me siento triste, sí, me siento alegre.

Se ha abierto un claro en el cielo por donde asoma el sol anaranjado entre nubarrones grises, justo ahora que casi está anocheciendo.

El barrio no es como cuando comenzamos, no, ya no está al final de la ciudad. Los lindes con los campos, las torres, las acequias, los cañales y los sueños infantiles, quedan ahora mucho más lejos. Los puentes, las avenidas, el tráfico incesante, rodean lo que una vez fue silencio, amapolas, pájaros, salamanquesas y el sonido del tren en la lejanía durante las noches de verano. Ni un rumor de la ciudad, entonces aún lejana, osaba asomarse por aquí. Mientras, nosotros, niños felices, crecíamos a la par que un mundo nuevo se abría ante la mirada atenta, y aún temerosa, de todo un país.

Somos muy afortunados por haber vivido, justo en nuestro despertar al mundo, una coincidencia absoluta con el despertar de un pueblo, el español, y con los sueños y la ilusión que se palpaban y vivían con intensidad desbordante en cada casa, en cada esquina, a cada paso, desterrada toda rutina.

Y abrimos los ojos y ahí estaba el Rock´and´ Roll. O quizá no, quizá fue el Rock el que abrió de par en par nuestros ojos a un mundo que ya no terminaba en los Pirineos, no, ya no. Nosotros formábamos parte de ese mundo y la música nos iba a conducir lejos, cada vez más lejos y en todos los sentidos: el físico y el psíquico hacia un mundo interior mágico, maravilloso y misterioso que descubrir.

Recuerdo como si fuera hoy – porque jamás la he perdido- la sensación que tenía entonces: Sentía que la música me haría llegar a otros lugares. El primer local de ensayo, que alquilamos, ya no estaba en el barrio. Las actuaciones enseguida dejaron de ser en Zaragoza. A los dos años de formado el grupo ya estábamos grabando en Alemania. Y tras unos años de oscuridad, y creatividad que no encontraba salida, de nuevo lejos, cada vez más lejos: grabaciones en San Sebastián, Madrid, actuaciones en toda España, en Cuba, en Estados Unidos. Hoy camino por las calles de New York, Chicago y tantos otros lugares como si estuviera en casa, son también mi casa.

La vida, y no solo estos veinticinco años de distritocatorce, sino toda la vida, ha sido tan intensa, tan bella de vivir, a pesar del dolor y los malos momentos… pero eso es la vida y no le restaría nada. Eso es la vida que todos vivimos, la que finalmente se confunde en la distancia recordando, hasta no reconocer si uno siente alegría, o tristeza.

Pero lo importante es que uno siente, eso es lo importante, que uno sigue aquí y sigue sintiendo.

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